domingo, 11 de diciembre de 2011

MITO DE ULISES

MITO DE ULISES

Ulises -Odiseo en griego- tuvo un papel muy importante en la Guerra de Troya, sobre todo cuando se requería prudencia, diplomacia y espionaje. Era rey de Itaca, hijo de Laertes y Anticlea. Su esposa se llamaba Penélope y tenían un hijo: Telémaco.
Su perro Argos siempre lo acompañaba durante la caza y lo reconoció a su regreso.
El mayor enemigo de Ulises era Poseidón, dios de los mares.
Ulises fue siempre ayudado por su protectora Atenea, diosa de la sabiduría.


ISMARO

Cuando los Griegos consiguieron la victoria en Troya, Ulises se embarcó con sus soldados en doce naves para retornar a Itaca. Durante días se extraviaron a causa de la niebla y tormentas por lo que sus víveres y vino casi se habían agotado. Estaban cerca de Ismaro, lugar protegido por el ejército de los feroces Cicones, cuando Ulises decidió desembarcar para conseguir nuevas reservas.
Llegados a la playa, cientos de sus hombres bajaron saltando de las naves y entraron a la ciudadela. Allí mataron a los hombres, arrastrando a mujeres y niños a la playa, mientras se llevaban vacas, ovejas y las cisternas llenas de vino para cargar en las naves.
Esa tarde volvieron los Cicones. De inmediato Ulises se dio cuenta que estaban rodeados y serían vencidos, de modo que volvió corriendo con sus hombres a las naves olvidándose del botín. Así remaron hacia alta mar, y recién cuando Ismaro no era más que una roca gris en la distancia, entraron los remos y se acostaron agotados en los bancos.



LOS LOTOFAGOS

Durante nueve días navegaron los 12 barcos, y recién el décimo día descubrieron tierra firme. Avistaron unas lomas con verde y flores que llegaban hasta el lejano horizonte. Ulises, encomendó a tres de sus hombres para que investigaran la tierra desconocida.
El sol ya había pasado su apogeo y bajaba hacia donde aire y tierra se encuentran.
Ulises estaba inquieto, sus hombres ya tendrían que haber regresado. Con ocho hombres partió hacia el interior. Más tarde se detuvo frente a unas casonas de adobe y allí sentados estaban los tres soldados con cinco hombres de piel oscura, los Lotófagos. Estos comían unas frutas del bosque que hacían perder la memoria. Mientras se acercaban y saludaban, uno de ellos les ofreció una fuente con loto. Cuando Ulises declinó la comida sus hombres se burlaron de él, pero Ulises hizo que se levantaran y los encaminó hacia la costa. Una vez embarcados los maniataron y partieron con un viento favorable hacia el norte.


POLIFEMO


La siguiente aventura tuvo lugar en la isla de los Cíclopes, gigantes con un solo ojo que habitaban unas cavernas con sus ovejas. Ulises llevó unos odres de vino y con algunos tripulantes se fue a reconocer la isla. En una caverna descubrió un grupo de ovejas, pero al rato apareció el dueño, el Cíclopo Polifemo. Este cerró la entrada de la caverna con una roca inmensa. Cuando encontró a los extraños, tomó y se tragó a dos de los hombres, y le preguntó a Ulises su nombre. “Me llamo: Nadie”, contestó él, ofreciéndole el pellejo de vino. Ni bien el gigante se durmió porque quedó bien borracho, Ulises, calentó la punta de una estaca en el fuego y se la clavó en el ojo a Polifemo. Este a los gritos le pidió ayuda a sus hermanos a quienes decía: “¡Nadie me está lastimando!”
Entonces los otros cíclopes pensaron que Polifemo estaba mal de la cabeza, que no pasaba nada y se fueron. Mientras tanto, Ulises sujetó a cada uno de sus hombres a la parte inferior de las ovejas y también él se tomó de la panza de un carnero. Cuando Polifemo dejó salir a su rebaño, los hombres escaparon.
Desde su nave Ulises insultó a Polifemo. Pero el dios Poseidón, padre de Polifemo, estaba furioso y dispuso que Ulises viajara perdido por el mar durante diez años.


EOLO

Luego de los horrores con el cíclope, Ulises tomó rumbo a la isla de Eolia. Aquí vivía Eolo, el señor de los vientos. Este acogió a Ulises y sus hombres hospedándolos durante un mes. Como regalo de despedida le dió a Ulises una bolsa de cuero que contenía todos los vientos. Eolo hizo soplar una suave brisa que rápidamente llevaría las naves a Itaca.
Al cabo de diez días ya estaban tan cerca que avistaron el fuego de los centinelas. Cuando Ulises se acostó a descansar en la cubierta, sus hombres fueron a curiosear lo
que tenía en la bolsa y al abrirla todos los vientos se escaparon en una violenta tormenta. La fuerza de los vientos arrastró a las naves hacia alta mar, alejándolas otra vez de Itaca.


LOS LESTRIGONES

Durante seis días remaron por el mar infinito, hasta que avistaron tierra. Era el país de unos caníbales gigantes, los Lestrigones. Ulises envió tres hombres a reconocer la zona, siguiendo un camino que los llevó a la ciudad. Una niña, hija del rey, les enseñó el camino y los acompañó hasta el palacio de su padre. Sin sospechar entraron los tres y se asustaron cuando la esposa del rey se acercó. Ella levantó a uno de ellos, ordenando que lo preparacen para la cena. Los otros dos huyeron hacia los barcos, pero más de mil gigantes los persiguieron. Estos lanzaron rocas enormes destrozando a hombres y naves. Solo se salvó el barco de Odiseo, que estaba anclado detrás de un acantilado.


LA ISLA DE CIRCE

Los vientos contrarios, que echaron las naves de Ulises sobre una costa en que encontró a la famosa hechicera Circe, que después de convertir a sus compañeros en toda clase de animales, le encantó de tal suerte a él, que olvidó que estaba casado con su querida Penélope; se casó con ella, y tuvieron un hijo, que se llamó Telégono. No obstante, merced a una hierba que le dio Mercurio, llamada «moli», escapó al hechizo de Circe, Circe le aconsejó a Odiseo que bajara al mundo de los fantasmas para preguntarle al vidente ciego Tiresías sobre cómo podría llegar a su tierra.


EL MUNDO DE LOS FANTASMAS

Aconsejado por Circe, Ulises, viajó al mundo de los fantasmas, el submundo donde permanecen las almas de los muertos. Ulises descendió en una gruta y cavó un pozo. Allí degolló a dos ovejas vertiendo la sangre en el pozo. Tiresías debía beber esta sangre para poder etomar brevemente su figura humana.
Tiresías advirtió a Ulises sobre los peligros en la isla Thrinakia, donde pastorean las vacas del dios Helios. No debían molestar a estas vacas, sino estarían en camino a la perdición.
En un momento desapareció Tiresías y en su lugar aparecieron otros fantasmas, también su madre Anticlea. Cuando también ella desapareció, Ulises abandonó el submundo y volvió a la nave.




LAS SIRENAS


Continuando su viaje Ulises visitó una vez más a Circe, quien lo alertó sobre otros peligros que le esperaban. El primero sería en la isla de las Sirenas, mujeres con cuerpo de ave quienes con su hermoso canto fascinaban a los marinos. Cuando estos ponían proa hacia la isla naufragaban en los acantilados.
Pero Odiseo llenó con cera los oídos de sus compañeros y ordenó que lo ataran al mástil
para poder escuchar a las Sirenas. Tan encantador era el sonido que tuvieron que atarlo con más fuerza. Recién cuando se alejaron de las Sirenas sus hombres lo soltaron y se sacaron la cera de los oídos.


CALIPSO
El décimo día fue arrojado sobre la playa de la isla Ogigia donde vivía la ninfa Calipso. Durante siete años lo hizo permanecer en la isla. Pero luego Hermes fue enviado por los dioses hacia la isla para liberar a Ulises. Cuando la ninfa se enteró que los dioses habían decidido liberar a Ulises para que regresara a su casa, se puso a llorar desconsoladamente. Pero por temor a los dioses ella prometió dejarlo en libertad.
Ulises construyó una balsa y Calipso le regaló cisternas con vino y bolsas de comida.
Ella hizo soplar un viento favorable y durante 17 días Ulises navegó por la olas hasta avistar tierra, el país de los Feacios.

LOS FEACIOS

Ulises llegó a tierra en la isla de Scheria, donde vivían los pacíficos Feacios. Lo ayudó Nausícaa, la hija del rey Alcínoo y la reina Arete. La princesa llevó a Ulises a ver a su padre. Este dió la bienvenida al invitado y le mostró su hermosa ciudad. Al anochecer Alcínoo invitó a Ulises a cenar.
Durante la cena Ulises relató sus formidables aventuras y habló de un deseo: regresar a su patria, Itaca.
Alcínoo ordenó a sus ayudantes la preparación de una nave para poder llevar a Ulises a Itaca.


DE REGRESO EN ITACA


Con la ayuda de los Feacios, Ulises pudo retornar a Itaca. Se encontró con la diosa Atenea, quien le aconsejó que se disfrazara de méndigo. Nadie lo reconoció salvo su perro Argos y así llegó a su palacio. Allí descubrió que varios pretendientes molestaban a su esposa Penélope. Ella nunca quiso creer que Odiseo podría estar muerto, pero ya no podía mantener los pretendientes a distancia. Anunció que se casaría con aquél que mejor supiera tensar el arco de su marido. Cuando el disfrazado Odiseo se acercó, los pretendientes se burlaron de él, pero asimismo pudo participar del torneo.
Odiseo salió ganador y a continuación se encargó de castigar a los pretendientes.
Al cabo de diez años de guerra y otros diez años de duros viajes Ulises finalmente llegó a su hogar. El fin de Ulises fue triste. Le habían predicho que moriría a manos de su hijo; esta profecía le inquietaba. Circe envió a Telégono en busca de su padre. Desembarcó con su tripulación en Ítaca; creyéndolos piratas, los quisieron rechazar los isleños.
Telégono mató accidentalmente a su padre con el aguijón de una raya. Llevó el cuerpo de vuelta a Eea, así como a Penélope, la viuda de Odiseo, y a su hermano Telémaco. Circe los volvió inmortales y se casó con Telémaco, mientras Telégono desposaba a Penélope, con quien fue padre de Ítalo.

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